Daniel Guerra
Arte Sociedad y Educación
jueves, 29 de mayo de 2014
viernes, 2 de mayo de 2014
CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS
Los códigos deontológicos son un conjunto de deberes, normas y buenas prácticas profesionales que se llevan a cabo dentro de un campo de trabajo.
Éstos códigos suelen concretarse por un grupo de trabajo en torno a una misma profesión. En el caso que nos interesa concretamente podemos tomar como referencia:
http://www.iac.org.es/codigo-deontologico
Adjunto algunas ideas y aspectos que nos surge cuando realizamos este ejercicio:
Éstos códigos suelen concretarse por un grupo de trabajo en torno a una misma profesión. En el caso que nos interesa concretamente podemos tomar como referencia:
http://www.iac.org.es/codigo-deontologico
Adjunto algunas ideas y aspectos que nos surge cuando realizamos este ejercicio:
miércoles, 30 de abril de 2014
DESARROLLO DE UNA UNIDAD DIDACTICA
Unidad didáctica es la intervención de todos los elementos que forman parte del proceso de enseñanza /aprendizaje con una estructura y coherencia metodológica determinado por un periodo de tiempo específico.
A continuación adjunto ideas y aspectos a tener en cuenta para la elaboración de una unidad didáctica:
A continuación adjunto ideas y aspectos a tener en cuenta para la elaboración de una unidad didáctica:
LARA SÁNCHEZ COTERÓN
Doctora en Bellas Artes especializada en Diseño y Estudios de Juegos por la Universidad Complutense de Madrid (UCM, 2012), con la Tesis “Arte y Videojuegos: mecánicas, estéticas y diseño de juegos en prácticas de creación contemporánea”. Fundadora y Diseñadora de Juegos del colectivo YOCTOBIT.
Durante la conferencia a hecho un recorrido histórico sobre los videojuegos de forma particular en lo que señala como juegos independientes que suponen el origen de las versiones definitivas de videojuegos.
Particularmente me ha llamado la atención la capacidad del arte para adaptarse a diferentes campos de trabajo, podría decir que el arte le da un valor agregado a cualquier espacio de trabajo.
viernes, 21 de marzo de 2014
EL PAPEL DEL ARTISTA EN LA SOCIEDAD
Albert Camus. 1913 /1960.
Premio Nobel de
Literatura 1957.-
Hoy, todo artista
está embarcado en la galera de su tiempo. Y debe resignarse a ello, aun cuando
le parezca que esta galera huele a arenque, que los cómitres son verdaderamente
demasiados y que, por añadiduría, se está doblando mal el cabo. Nos hallamos en
alta mar. El artista, como los otros, tiene que remar a su vez sin morir; es
decir, debe continuar viviendo y creando. A decir verdad, no es cosa fácil y
comprendo que los artistas añoren su antiguo bienestar. El cambio es un tanto
brutal. Cierto es que siempre hubo en el circo de la historia mártires y
leones. Los primeros se sustentaban con consuelos eternos; los segundos, de
alimento histórico bien sangrante. Pero hasta ahora el artista ocupaba un lugar
en las gradas. Cantaba por cantar, para sí mismo o, en el mejor de los casos,
para alentar al mártir y distraer un poco al león de su apetito. Ahora, en
cambio, el artista se encuentra en la propia arena; su voz, su fuerza, ya no es
la misma. Es mucho menos segura…
El hecho de que el
artista ponga en tela de juicio el arte tiene muchas razones, de las que sólo
bastará señalar las más importantes. En el mejor de los casos, ese
enjuiciamiento se explica por la impresión que puede tener el artista
contemporáneo de mentir o de hablar por hablar… En efecto, lo que caracteriza a
esta época es la irrupción de las masas y de su condición miserable, frente a
la sensibilidad contemporánea. Ahora sabemos que existe… siendo así que se tenía
tendencia a olvidarlas. Y si lo sabemos, no es porque las élites, artísticas o
de otra índole, se hayan hecho mejores; no, tranquilicémonos. Es que las masas
se hicieron más fuertes e impiden que se las ignore… Hay aún otras razones, y
algunas menos nobles, de esta misión del artista. Pero cualesquiera sean estas
razones, todas ellas concurren en el mismo fin: desalentar la creación libre,
atacando su principio esencial, que es la fe del creador en sí mismo. “La
obediencia de un hombre a su propio genio- dijo magníficamente Emerson- es la
fe por la excelencia”. Y otro escritor norteamericano del siglo XIX agregaba:
“Mientras un hombre permanece fiel a sí mismo, todo abunda en su sentido,
gobierno, sociedad, el mismo sol, la luna y las estrellas”.
En la mayor parte
de los casos, el artista se avergüenza de sí mismo y de sus privilegios, si los
tiene. Debe responder ante todo a la pregunta que él mismo se formula: ¿Es el
arte un lujo mentiroso?.
La primera
respuesta honesta que pueda darse es ésta: ocurre, en efecto, que el arte es un
lujo mentiroso. En la toldilla de las galeras siempre y en todas partes se
puede , lo sabemos, cantar a alas estrellas mientras los forzados reman y se
agotan en la cala; siempre puede registrarse la conversación mundana que se mantiene
en las gradas del circo, mientras la víctima queda destrozada entre los dientes
del león. Y es muy difícil objetar algo a ese arte que conoció grandes éxitos
en el pasado. Sólo que las cosas cambiaron un poco; sobre todo, el número de
galeotes y de mártires aumentó prodigiosamente en la superficie del globo.
Frente a tanta miseria, ese arte, si pretende continuar siendo un lujo, debe
aceptar hoy ser también una mentira. La mentira del arte por el arte fingía
ignorar el mal y asumía sí la responsabilidad de él; pero al mentira realista,
si asume con coraje la responsabilidad de reconocer la desdicha presente de los
hombres, traiciona asimismo gravemente esa desdicha presente de los hombres, al
utilizarla para exaltar una felicidad futura de la que nadie sabe nada y que,
por lo tanto, autoriza todos los engaños.
¿Hay que llegar
pues, a la conclusión de que esta mentira es la esencia misma del arte?. Yo
diría, en cambio, que las actitudes de las que hablé no son mentira, sino en al
medida en que no tienen gran cosa que ver con el arte. ¿Qué es, pues, el arte?.
Cosa nada sencilla, eso es seguro. Y resulta aún más difícil comprenderlo en
medio de los gritos de tanta gente desdichada con encarnizamiento a
simplificarlo todo.
Por una parte se
quiere que el genio sea espléndido y solitario; por otra, se le impone que sea
semejante a todos. ¡Ay la realidad es más compleja!. Y Balzac lo hizo sentir en
una frase: “El genio se parece a todo el mundo y nada se parece a él”. Y esto
cabe afirmar del arte, que no es nada sin la realidad, y sin el cual la
realidad es poca cosa. El arte, en cierto sentido, es una rebelión contra el
mundo en lo que éste tiene de fugitivo y de inacabado: no se propone, pues,
sino dar otra forma a una realidad que sin embargo él está obligado a
conservar, porque ella es la fuente de su emoción. En este sentido, todos somos
realistas y nadie lo es. El arte no es ni el repudio total de lo existe, ni la
aceptación total de lo que existe. Es al mismo tiempo repudio y aceptación. Y
por eso no puede ser sino un desgarramiento perpetuamente renovado. El artista
se encuentra siempre en esta ambigüedad, incapaz de negar lo real y sin embargo
eternamente desdichado a discutirlo en que lo real tiene de eternamente
inacabado. Para hacer una naturaleza muerta es menester que se enfrenten y se
corrijan recíprocamente un pintor y una manzana. Y si las formas no son nada
sin la luz del mundo, ellas a su vez agregan algo a esa luz. El universo real
que por su esplendor, suscita los cuerpos y las estatuas recibe de ellos al
mismo tiempo una segunda luz, que fija la del cielo… No se trata, pues, de
saber si el arte debe huir de los real o someterse a lo real , sino tan sólo de
saber qué dosis exacta de lo real debe conservar la obra para no desaparecer en
las nubes o, por otra parte, arrastrase con plantillas de plomo. La obra más
elevada será siempre la que equilibre lo real y el repudio que el hombre opone
a la realidad…
Evidentemente el
valor más calumniado hoy día es el valor de libertad… Se trata de saber que sin
la libertad no realizaremos nada. Y que a la vez perderemos la justicia futura
y la belleza antigua. Únicamente la libertad saca a los hombres del
aislamiento. La servidumbre se cierne sólo sobre una multitud de soledades. (…)
Mi conclusión será sencilla. Consistirá en decir, aun en medio del estrépito y
del furor de nuestra historia: ‘Alegrémonos’. Alegrémonos, en efecto, por haber
visto morir una Europa mentirosa y cómoda. Y por encontrarnos frente a crueles
verdades. Alegrémonos en nuestra condición de hombres, puesto que un prolongado
engaño se ha desmoronado y ahora vemos claro lo que nos amenaza. Y alegrémonos
en nuestra condición de artistas arrancados al sueño y a la sordera, mantenidos
por fuerza frente a la miseria, las prisiones, la sangre…
“Todo muro es una
puerta”, dijo con razón Emerson. No busquemos la puerta y la salida sino en el
muro contra el cual vivimos. Busquemos el paso donde éste se encuentra, quiero
decir, en el centro mismo de la batalla… Se ha dicho que las grandes ideas vienen
al mundo en patas de paloma. Si aguzamos el oído, acaso oigamos entonces, en
medio del estrépito de los imperios y de las naciones, como un débil aleteo, el
suave bullicio de la vida y de la esperanza. Unos dirán que esta esperanza está
alimentada por un pueblo; otros, por un hombre. Yo creo, en cambio, que está
suscitada, reanimada y alimentada por millones de solitarios, cuyas acciones y
obras niegan cada día las fronteras y las más groseras apariencias de la
historia para hacer resplandecer fugazmente la verdad, siempre amenazada, que
cada cual, con sus sufrimientos y sus goces, eleva para todos.
La meta del arte no
es legislar ni reinar, sino que es, ante todo, comprender. Por eso el artista,
al término de su camino, absuelve en lugar de condenar. No es juez, sino
justificador, es el abogado permanente de la criatura viva, porque ella está
viva. Aboga en verdad por amor al prójimo, no por ese amor de lo remoto que
degrada al humanismo contemporáneo en catecismo de tribunal. En cambio, la gran
obra termina por confundir a todos los jueces. Mediante ella, el artista rinde
homenaje a la más elevada figura del hombre y al mismo tiempo se inclina ante
el último de los criminales. “No hay uno solo- escribe Wilde en la prisión- de
los desdichados encerrados conmigo en este miserable lugar, que no se encuentre
en relación simbólica con el secreto de la vida”. Sí, y ese secreto de la vida
coincide con el arte…
Hay unas palabras
de Gide que yo siempre aprobé: “El arte vive de coacción y muere de libertad”.
Eso es cierto, pero no hay que concluir por ello que el arte deba ser dirigido.
El arte no vive sino de las coacciones que él mismo se impone: muere por obra
de los demás.
El arte más libre y el más sublevado será, pues, el más clásico.
Coronará el mayor esfuerzo. Mientras una sociedad y sus artistas no consientan
en realizar este prolongado y libre esfuerzo, mientras no se abandonen a la
comodidad de los enfrentamientos o a la del conformismo, a los juegos del arte
por el arte o a las predicas del arte realista, permanecerán en el nihilismo y
en la esterilidad. Decir esto equivale a decir que hoy el renacimiento depende
de nuestro coraje y de nuestra voluntad de clarividencia.
A continuación adjunto un resumen que hemos realizado en clase señalando algunas ideas
jueves, 20 de marzo de 2014
¿QUÉ ES ARTE?
Hemos hecho un análisis breve sobre lo que es el arte. Lo que más me llama la atención es que en la intención de definir aparecen más interrogantes que respuestas, lo que me hace pensar que las posibilidades del arte son diversas y se pueden adaptar alas condiciones que se le pretenda dar.
A continuación adjunto algunas cuestiones que han surgido durante la clase:
A continuación adjunto algunas cuestiones que han surgido durante la clase:
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